+51 913 640 628

inscripciones@jymrestauranmifamilia.org

Nosotros

JYMRMF al Rescate de las Familias

Jesús y María Restauran Mi Familia, es una Misión Eucarística Reparadora, fundada el 25 de julio de 2014, por los esposos Harold Figueras y Mariela Villanueva, quienes en momentos íntimos frente a Jesús Sacramentado sienten el llamado del Espíritu Santo de motivar y acompañar a los separados y divorciados, a las familias en crisis, rotas y destruidas a encontrar el plan de Dios en sus vidas.

Jesús y María Restauran Mi Familia, es un movimiento eclesial católico con aprobación y autorización para trabajar pastoralmente en el Arzobispado de Lima, conformado por laicos y abierta a todos los estados de vida (consagrados sacerdotes y religiosas). Conduce a sus asociados a una vida de santidad porque el matrimonio y la familia serán restaurados a través de la oración y del sacrificio con participación activa plena y frecuente a los sacramentos.

 

Promovemos la importancia de la Adoración Eucarística como esperanza de las familias a través de la Adoración los matrimonios y las familias rotas y destruidas encontrarán las gracias necesarias para alcanzar el plan de Dios.

MISIÓN

Promover la importancia de la Adoración Eucarística como la columna central de la unidad e integración familiar. A través la Adoración Eucarística los matrimonios y las familias rotas y destruidas encontraran las gracias necesarias para alcanzar el plan de Dios.

VISIÓN

La Adoración Eucarística es la esperanza de las familias, es en el seno de ellas donde nacen los semilleros de vocaciones dentro de la paz, el amor, la comunión y la vida.

Objetivos

1.- Conducir a sus asociados a una vida de santidad, porque el matrimonio y las familias serán restaurados a través de la oración y del sacrificio con participación activa, plena y frecuente a los sacramentos de manera prioritaria, explícita y directa a través del culto de Adoración Reparadora a Jesús presente en la Eucaristía.

 

2.- Promover la santidad de la familia a través de la evangelización. La Consagración al Inmaculado Corazón de la Virgen María y la Eucaristía, son los pilares para reunificar a las familias; conduciendo a los asociados a vivir un estilo de vida de reparación (rezo del rosario a la virgen, ayuno, Adoración Eucarística, confesión, lectura de la biblia, la misa y la lectura de la vida de los santos).

 

3.- Instaurar, divulgar y promover las Horas Santa especialmente por las Familias en la vida espiritual y la utilidad de la Adoración Eucarística Perpetua y la creación de capillas de Adoración.

Espiritualidad

Imita las virtudes de mi Sagrado Corazón, porque quiero embellecer tu alma, iluminarla con los resplandores de mi luz. 

Diario Espiritual de Sor Faustina …

Jesús y María Restauran Mi Familia es una Misión con una espiritualidad Eucarística Reparadora, porque a través de la reparación consolamos el Corazón de Jesús y lo compensamos por los ultrajes que recibe constantemente y pedimos misericordia por la persona o personas que le ofenden. Reparamos especialmente por las almas que no valoran el sacramento del matrimonio y la fidelidad conyugal, reparamos los pecados contra las familias especialmente las almas involucradas en el horrible crimen del aborto.

La espiritualidad de nuestra Misión fue revelada a nuestra fundadora en momentos de adoración eucarística 2 años después de haber sido creada la Misión JYMRMF. La reparación es el acto o hecho de hacer enmienda. Implica la intención de restaurar las cosas a su condición de normalidad y pureza como estaban antes de que algo malo (separación, divorcio, adulterio) fuera hecho y se aplica generalmente a recompensar por las pérdidas sufridas o los daños causados por una mala acción moral. Con respecto a Dios, significa recompensar con mayor amor por el fracaso del amor a causa del pecado, y significa restaurar lo que fue injustamente tomado y compensar con generosidad por el egoísmo que causa la injuria.

El Sagrado Corazón de Jesús manifestó a santa Margarita María de Alacoque el deseo que tiene de ser amado por sus hijos, de los cuales recibe todo lo contrario:

He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, y que nada ha escatimado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por su frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan.

Como respuesta a este reclamo que hace Jesús a toda la humanidad, procuramos reparar por la multitud de ofensas con la que hemos herido su Corazón, procurando amarlo por los que no le aman, en los pequeños actos y situaciones del día a día, a través de nuestros sacrificios, de nuestras renuncias, de abrazar con amor la Cruz de las contrariedades y dificultades que se puedan presentar. Ofrendándonos a Dios como «hostias vivas, santas, agradables a Dios» (Rom 12,1) unidos a Jesucristo, la Víctima Divina.